esos preciosos e importantes momentos…

Salí del chiringuito en el que trabaja mi hermana para sentarme en el muro que separa el mareo marítimo de la arena de la playa. En esa noche sin luna, donde normalmente estaban las olas nacaradas iluminadas por el gran queso de las alturas, había una asombrosa oscuridad. Pero a pesar de ser de un negro fatalmente intenso no te hacía sentir temor ni vacio.

Me senté y vi como se acercaba uno de los clientes habituales del chiringuito, cuando llegó a mi lado se sentó en el muro a un metro de mi y dijo

– este es el sitio perfecto para sentir paz.

-así es, le dije yo, por eso estoy aquí.

– el secreto está en parar la mente, en dejar de pensar… porque la condenada no nos deja en paz y está siempre intentando estropearlo todo. Cuando tenía 23 años pasé un par de años muy malos con la cabeza, la tenía llena de malos pensamientos, no paraba de darle vueltas a todo. Hasta que me di cuenta de que el que tenía que mandar era yo y empecé a trabajar en ello. Porque requiere un gran esfuerzo y la verdad, han pasado 30 años y sigo luchando por conseguirlo. Ya estoy cerca…

Este hombre, de aspecto rudo y un andaluz cerrado en ocasiones indescifrable, acababa de  decir en alto exactamente lo que estaba pensando cuando me senté en la obscuridad a mirar al infinito… Este hombre, que toca la guitarra muchos atardeceres mientras canta y que trabaja en la cocina de un restaurante en la montaña, había comprendido aquello que tanto me torturaba hacia ya muchos años…

Este hombre que me miraba interrogante desde el primer día que le vi, hace ahora un mes, era un sabio al que yo había juzgado mal. Porque cómo se reconoce la sabiduría? Desde luego no desde fuera por más que a veces sea esa la tendencia inevitable. Tengo tanto que aprender y doy gracias al universo por ayudarme a hacerlo con estos preciosos e importantes momentos…

Acerca de viviendo hacia afuera...

Soñadora empedernida en búsqueda constante de mi misma...
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